Estuve en las favelas más peligrosas de Brasil enseñando arte y meditación. Como parte del programa que tenían en el terreiro (templo de religión afrobrasileña), les dábamos de comer a los niños y luego yo les enseñaba arte y meditación. Hoy te puedo decir que he estado en todos estos lugares para ayudar, pero a lo largo de los años me he dado cuenta que fui yo el que recibió la ayuda: abrazos, sonrisas, y tanto amor. Recuerdo que en mi último día en la favela “Liberdade” en Salvador Bahía, Brasil, estaba en el templo en donde me prepararon una despedida que jamás olvidaré. Primero, dentro del templo, la Mae de Santo, Mofojusta, me dio sus bendiciones para mi camino. Al salir, había 20 niños con latas y una colección de instrumentos que habían creado recogiendo cosas de la basura. Habían creado una banda para cantarme y bendecir mi camino junto con otros 100 niños a los cuales había servido comida por un mes. En mi último día en aquel lugar, esa fue mi paga: una nutrición en mi alma que venía de otro mundo, del mundo espiritual de aquellos niños.
Mientras viajaba, como acto natural e incansable, me dediqué a plantar árboles en cada país que visitaba, ya que desde pequeño amo plantar árboles. Llevo más de 20 años realizando esta labor en muchos países dado que la tierra es un solo lugar y hoy en día ya sabemos científicamente que si talamos un bosque, esto repercute en todo el mundo. Las fronteras no existen para el planeta, son solo una creación política. Por muchos años realicé este viaje sin registro. Ahora, desde el 2012, mi compañera Leiza decidió iniciar un registro de fotos que aquí les compartimos, para quienes estén interesados en sumarse y apoyarnos con su donativo y así podamos continuar con este sueño que hoy realizamos entorno a la educación medioambiental, reforestación planetaria, agroecología, permacultura y bio-construcción. Dado que solos no podemos –y es más hermoso hacerlo juntos-, nos abrimos a pedir y recibir tu ayuda.
Están invitadas todas aquellas personas que tengan el mismo sueño. Soñamos con un mundo habitado por hombres y mujeres más conscientes de su mundo interior y un futuro con árboles, ríos, y océanos de agua limpia para nuestros hijos.